El proyecto Ecoshell ha sido un viaje apasionante y desafiante que ha explorado las posibilidades de la fabricación digital y el uso de biomateriales para promover la sostenibilidad ambiental. Desde la concepción de la idea hasta las múltiples fases de experimentación y desarrollo, el proceso ha sido marcado por descubrimientos inesperados y valiosos aprendizajes.
La elección inicial de utilizar polvo calcáreo y alginato de sodio en diversas proporciones fue motivada por la intención de crear un material biodegradable y sostenible que pudiera ser empleado en la fabricación de objetos relacionados con la vegetación. Aunque la impresión 3D se consideró como un método potencial para la creación de estos objetos, las complejidades técnicas y las limitaciones de los materiales llevaron a una serie de adaptaciones en la visión original del proyecto.
En la primera iteración, con una proporción de 1:0.7 de polvo calcáreo y alginato de sodio al 13%, se buscaba lograr una combinación estéticamente atractiva y funcional. Sin embargo, las pruebas revelaron que la mezcla no mantuvo su integridad durante el proceso de impresión 3D, lo que llevó a replantear la viabilidad de este método para esa combinación específica de materiales.
En otro intento con una proporción de 1:1 y una concentración de alginato de sodio al 5%, se buscó imprimir el objeto y evaluar su comportamiento en un molde. A pesar de que la impresión no tuvo éxito, este contratiempo condujo a una interesante adaptación del proyecto. En lugar de considerar el fracaso, se optó por explorar el potencial de reparación inspirado en la técnica japonesa Kintsugi, marcando un giro creativo en la dirección del proyecto.
La exploración de diferentes proporciones y concentraciones reveló la complejidad de trabajar con biomateriales y la importancia de adaptarse a los desafíos inesperados. Cada intento, cada error, y cada solución propuesta contribuyeron al crecimiento del conocimiento sobre las propiedades y limitaciones de los materiales utilizados.
Un hito significativo en el proyecto fue la conexión entre las conchas de mejillón trituradas y el crecimiento de las plantas. Descubrir que el calcio presente en las conchas actuaba como un nutriente beneficioso para las plantas abrió una nueva dimensión al proyecto. Esta revelación condujo a la creación de macetas, semilleros y otros objetos de jardinería utilizando el biomaterial, redefiniendo el propósito del proyecto hacia una contribución más directa al florecimiento de la vegetación.
A pesar de los desafíos experimentados, el proyecto Ecoshell no se considera un fracaso, sino una oportunidad para aprender y crecer. La experiencia acumulada sobre las propiedades de los materiales, las complejidades técnicas y las posibilidades creativas ha sido inestimable. La adaptabilidad y la capacidad para abrazar los cambios en el camino han sido fundamentales para transformar desafíos en oportunidades de innovación.
En última instancia, el proyecto Ecoshell no solo representa un esfuerzo por crear objetos estéticamente agradables y funcionalmente útiles, sino también un viaje de descubrimiento y desarrollo personal. Al adoptar un enfoque interdisciplinario que abarca la impresión 3D, la investigación de biomateriales y la horticultura, el proyecto ha proporcionado una experiencia integral que fusiona la creatividad con la conciencia ambiental. Este viaje deja una impresión duradera no solo en los objetos creados, sino también en el conocimiento y la inspiración para futuras exploraciones en la intersección de la tecnología y la sostenibilidad.
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